Hace poco tiempo me reuní con viejos amigos, a los cuales aprecio mucho, y con quienes no nos habíamos visto en el último tiempo. Disfrutamos de una grata conversación, deliciosa comida y muchas risas. Durante la conversación inevitablemente salió el tema de “la crisis” (con voz de película de terror) de mi querido país, Ecuador. Cada uno dio su punto de vista. Discutimos sobre cómo la crisis había afectado sus decisiones de salir a comer afuera, por ejemplo. Algunos dijeron que desde la crisis no salen a comer en restaurantes. O que cuando compran comida preparada, eligen siempre la opción más económica. Pero ahondando en la conversación reconocieron que si dejaron de comer en restaurantes fue porque tenían la suerte de contar con deliciosa y nutritiva comida preparada en casa. O que la opción que llamaban la más económica era una opción que en realidad les gustaba mucho. Entonces hice la reflexión de si las razones por las que toman sus decisiones son realmente “por la crisis”, o porque simplemente es su deseo y su mejor alternativa al momento. Y les propuse que la próxima vez que se sirvan su comida preparada en casa, o comida comprada, o que visiten un restaurante, lo hagan estando conscientes de las razones por las cuales lo hacen. Porque en la vida solo tenemos dos caminos: el amor a lo que deseas, o el miedo hacia lo que no deseas. Y en cualquier caso estás atrayendo a tu experiencia tanto lo que deseas, como lo que no deseas, porque es tu atención (el enfoque) lo que hace que se convierta en una realidad.


Les propuse que noten que pueden cambiar su perspectiva al saber que hacen lo que hacen porque lo desean, y no porque están contagiados del miedo que invade a la consciencia colectiva del país de que estamos en crisis. Y si bien es cierto, el país atraviesa una situación económica con escasez de recursos que afecta a las familias en diferentes medidas (esa fue mi dosis de realidad máxima permitida), también es cierto que podemos elegir el cristal con el que se miran las decisiones individuales que realizamos en el día a día. Es en el momento en el que decides conscientemente salir de la corriente de “la crisis”, en que estás siendo parte de la solución en lugar de ser parte del problema. Porque el problema del país no es únicamente económico, esa es la punta del iceberg, el verdadero problema es cómo vemos el problema.

Enfocar nuestra atención en lo que nos falta, simplemente incrementará nuestras carencias, porque aquello en lo que te enfocas, se expande. En cambio si decidimos abiertamente enfocarnos en todo aquello que ya existe actualmente en nuestra vida, abrimos nuestra mente para infinitas posibilidades de incrementar nuestra abundancia, por lo mismo de que aquello en lo que te enfocas, se expande. Te has puesto apreciar últimamente el agua caliente que usas para bañarte cada mañana, la comida que nunca te falta en tu estómago y el de tus hijos, el techo sobre tu cabeza que protege a tu familia cada noche, las sábanas que te cubren del frío, la refrigeradora para preservar tus alimentos, el sol, la lluvia, en fin, en todo aquello que ya es parte de tu realidad y que damos por sentado…
Esa visión es lo que verdaderamente necesita nuestro país. Eso, y dar una mano a quien tenga menos que nosotros. Porque aunque atravesemos por un momento sin trabajo, aunque tengamos cuentas por pagar, o hijos que alimentar, siempre hay alguien en peor situación que nosotros. Y generalmente está más cerca de lo que creemos. Ahí está nuestra verdadero aporte a la sociedad: Poner las cosas en perspectiva, no contagiarnos del momento actual del país, mantener la visión de lo que deseamos, y ayudar a otros a mantener esa visión brindando esperanza, amor, dinero, comida, o simplemente una sonrisa, lo que sea que esté a nuestro alcance.
YO NO VEO MI REALIDAD, YO CREO MI REALIDAD DÍA A DÍA.


La crisis financiera no es más que la punta del iceberg. La verdadera crisis se encuentra (como todo en la vida) más allá de lo evidente: es la crisis de apreciación. Nos falta apreciar aún más nuestra vida tal como es, apreciar día a día cada respiro, apreciar la naturaleza, apreciar la familia, apreciar las intenciones detrás de cada acción de quienes tienen autoridad (ya sea en el gobierno, en el trabajo, en la escuela o en casa), lograr ver que el mundo es abundante en todos los sentidos. Hacer las paces con nuestra realidad actual no es resignarnos a que las cosas se queden tal como están. No confundamos resignación con aceptación, pues aceptar la realidad es el primer paso para cambiarla. Solo así comenzarás a crear una nueva realidad, una realidad que no comienza en las noticias, ni en los rumores, ni en el gobierno. La nueva realidad que estarás creando comienza en casa, ahí verás los primeros frutos. Si sientes paz y dicha en tu casa, el exterior no podrá hacer otra cosa que un reflejo de eso porque has entrenado tus ojos. Recuerda, requiere práctica. No es fácil no ver la realidad. De hecho, es muy fácil ver “la crisis”, la puedes ver en las noticias todos los días, en donde la mayoría del contenido se enfoca en lo que ha salido mal o lo que seguramente saldrá mal y eso dirige tus propias expectativas. Lo realmente admirable es NO ver la crisis, y en lugar de eso enfocar tu energía en todo aquello que sí ha salido bien.


Te invito a que dejes de ver tu realidad por un instante. Imagina que la vida es como una receta en la que lo único que necesitas es “una pizca de realidad”, pero necesitas muchos otros ingredientes y en cantidades abundantes, los cuales solo los encuentras dentro de ti y solo depende de ti conseguirlos…

Nathalie Jaramillo