Publicado originalmente el 14 de Febrero de 2017
Ayer por la noche mi hijo de 3 años se despertó llorando. Su llanto fue tan fuerte que despertó a mi hija de 7. Mi esposo fue a consolarlos, pero al llegar, escuché algo que nunca antes había notado. Mi hija reaccionó furiosa, gritando más de lo que amerita una situación así, y desconsolada atacaba a su hermanito por haberla despertado. Su agresividad no era normal. Era un resentimiento, que salió a flote. Una gota, que derramó su vaso.
Entonces me di cuenta. Su reacción agresiva desmedida no reflejaba tan sólo un mal momento. Su reacción era el reflejo de un asunto que ella y yo debíamos resolver. En una fracción de segundo pude comprender lo que ella sintió hace casi cuatro años, cuando después de que mamá lo era todo para ella, mamá se ausentó para dedicarse a ser mamá por segunda vez. Comprendí que para ella, la llegada de su hermanito fue el fin de su mundo. Un mundo en el que ambas éramos muy unidas. Pude sentir lo que fue para ella dejar de ser la única, para ser desplazada por un nuevo bebé. Abandono y desamparo son emociones que también pueden generar la llegada de un nuevo bebé a casa. Pues, aunque indefenso, un bebé demanda toda la atención de mamá, y se convierte en un potencial rival para un hermano mayor. Ahora comprendo que así es cómo nace la rivalidad entre hermanos, por inocentes interpretaciones de los hijos, no integradas por los padres, y perpetuadas a través de creencias que se repiten en un bucle sin fin.
Y como un balde de agua fría, recordé lo mismo que yo sentí cuando era niña. Me di cuenta que estaba dentro de bucle, repitiendo inconscientemente mi historia de abandono y desamparo, esta vez con mi hija. Yo fui la mayor de dos hermanas. Cuando mi hermana nació, recuerdo haber tenido emociones mezcladas, pero no tenía las palabras para definirlo o expresarlo. Durante muchos años, pensé que había algo mal conmigo, por sentir cierto rechazo extraño hacia mi hermana y mi mamá. Y no fue sino hasta la semana pasada, que con la ayuda del Código de la Emoción*, descubrí que mi cuerpo tenía atrapadas emociones de desamparo y abandono. Emociones que habían quedado atrapadas en mis células, desde que yo tenía alrededor de 3 años. Justamente la edad que tenía cuando nació mi hermana. Y no crean que mi mamá era mala conmigo, sino que simplemente ya no tenía el tiempo que yo deseaba, y ahora lo comprendo en carne propia.
Fui a consolar a mis hijos, quienes seguían llorando y no se calmaban con la presencia de papá. Al poco tiempo se calmaron con mi presencia. Mi hijo recuperó su sueño fácilmente. Mi hija se calmó, la abracé, y mientras se dormía le pedía disculpas con mis pensamientos por haberla abandonado. También me pedí perdón a mí misma, por haberla abandonado sin darme cuenta, por creer que yo estaba actuando en forma justa, y por no darme cuenta de que no la había ayudado a procesar todo ese cambio familiar. Siempre creí que eran suficientes las explicaciones de la llegada del bebé, las ilustraciones de las necesidades de un recién nacido, las palabras diciéndole que el bebé necesitaba mi atención, los intentos de incluirla a ella en las tareas del cuidado del bebé, las caricias y palabras dulces para tranquilizarla. Pero nada de esto es suficiente, cuando tienes emociones atrapadas que no has digerido tú primera.
Hoy en la mañana, cuando mi hija se despertó, fui a su cama y le dije que tenía que decirle algo. Que ayer me había dado cuenta que necesitaba pedirle perdón. Le expliqué que cuando llegó su hermanito, yo la había descuidado sin darme cuenta, que había dejado de darle tiempo, y que toda mi atención había pasado a manos del nuevo bebé. Le pedí que no se enoje con su hermano, pues él no tenía ninguna culpa. Ella me miró a los ojos, me abrazó, y me dijo: Está bien, mamá, te perdono. No tuvimos que decir nada más, ni explicaciones, ni argumentos, lo único que ella necesitaba era que yo valide sus emociones atrapadas. Al volver del colegio, me trajo una nota hecha por sus propias manos. “Mamá te perdono por no darme tiempo”. Al verlo, se me salieron las lágrimas de dolor y sanación, al mismo tiempo. Nunca imaginé ser la clase de mamá que no le da tiempo a su hija, y sin embargo, ahí estaba esa nota recordándomelo. Sí, los padres somos los primeros causantes de dolor en nuestros hijos, porque a veces estamos tan metidos en nuestra historia, que olvidamos el momento presente. El momento en el que nuestros hijos dan señales de auxilio, pero que las ignoramos porque nos convencemos que estamos haciendo lo mejor que podemos, aunque aquello no sea suficiente.
📷
*Comencé a leer el Código de la Emoción gracias a la recomendación de una amiga, con la finalidad de liberar emociones aún ocultas para mí. El libro me cautivó inmediatamente, lo leí en pocos días, y comencé a practicar el método de auto-sanación a través de imanes. En el proceso de dejar fluir emociones atrapadas, comprendí que las emociones negativas crónicas se quedan en nuestro interior únicamente por la interpretación que le damos a hechos que por sí solos no tienen significado. ¿Quién hubiera imaginado que la llegada de un bebé generaría una interpretación negativa? Pero una pequeña niña de 3 años puede interpretar la llegada de un nuevo bebé como un hecho doloroso. Yo, por ejemplo, interpreté que la llegada de mi hermana fue la causa del abandono de mi madre. Y así mi hija, interpretó que la llegada de su hermano fue la causa de mi abandono. Y no es hasta que te das cuenta, que puedes liberarte de interpretaciones dolorosas. Y es gracias a esta serie de descubrimientos recientes sobre mí misma, que ayer al escuchar a mi hija gritar, mi mente hizo clic y comprendí los sentimientos de abandono y desamparo que se estaban atrapando en ella también. La vida una vez más me sorprende, poniéndome en bandeja de plata y en el momento justo, toda la información que necesito para mi evolución. Así que decidí cambiar la historia, pidiéndole perdón a mi hija por haberla abandonado, aún cuando lo haya hecho en forma inconsciente.
Afortunadamente, en todo este proceso, ella y su papá fortalecieron sus lazos, y él le dio toda la atención y el tiempo posible en mi ausencia. Cumplió amorosamente su labor de padre, y su conexión con ella ahora es simplemente mágica. Ahora es mi turno para cambiar la historia, mejorar, y sanar la relación con mi hija. Gracias hija, y gracias a mi propia mamá, por tan valiosa lección y por ayudarme una vez más, a sanar viejas heridas de la infancia.
Afortunadamente, en todo este proceso, ella y su papá fortalecieron sus lazos, y él le dio toda la atención y el tiempo posible en mi ausencia. Cumplió amorosamente su labor de padre, y su conexión con ella ahora es simplemente mágica. Ahora es mi turno para cambiar la historia, mejorar, y sanar la relación con mi hija. Gracias hija, y gracias a mi propia mamá, por tan valiosa lección y por ayudarme una vez más, a sanar viejas heridas de la infancia.
ACTUALIZACIÓN DEL 2024
Queremos aprovechar la oportunidad para decirles donde estoy 8 años después... Mi hija sigue con desagrado hacia Tadeo, y Tadeo hace ahora lo mismo de forma aprendida, esto nos recuerda mucho a nuestra propia relación, y confiamos que al igual que nosotros aprenderán a llevarse con más armonía con el tiempo.
Del libro Código Emocional, podemos decir que es excelente y te muestra cual es el problema visto desde muy arriba, pero como toda técnica externa, no te dice el propósito, ni cómo se creó el problema, ni qué hacer para trascenderlo... por lo cual podrías caer en un victimismo espiritual, atrapada en las ramas, sin poder ir más allá. En esa ansiedad de querer saber qué es lo que tienen, no para trascenderlo, sino para poder justificarse.
Años después, encontré que el abuso sexual de la infancia era mi carga que estaba callada y que me tenía en ira, porque estaba cargando con algo de lo que yo no fui responsable que me sucediera. Me volví en la mejor mentora que yo conozco para salir de los patrones de comportamiento de abuso, y lo digo con certeza... eso tambien influyo mi comportamiento con mi marido, porque vivia pre-ofendida, buscandole pelea y eso mismo aprendio mi hija.
Los problemas no se van con métodos espirituales (pero pueden mostrarte que tienes un problema que no has aceptado), tampoco se van solo con terapia (pero te encuentras que tú eres el responsable), hay un paso que es el más importante y es como volverme bueno en lo que soy malo, es como cambiar un algo y volverme profesional en ello... por ejemplo aunque había cambiado mi caracter, mi cara decía otra cosa, y mi rezongue igual... llevo años sabiendo trabajando mi cara, volviendome en experta del re acondicionamiento facial con las manos, en cuanto al rezongue... hay una gran diferencia del rezongue del pasado al actual.
No se pierdan en procesos tristes... el camino
LEE MÁS CONTENIDO NUESTRO:
Donde Encontrarnos:
Acerca de Nosotros:
JoséJavier y Natie, una pareja proveniente de Ecuador, se han establecido en la Riviera Maya desde 2017, donde lideran un negocio espiritual como mentores vibracionales. Su enfoque radica en inspirar a otros a seguir sus sueños y mejorar sus mentalidades. A través de su dinamismo y pasión por vivir, enseñan a transformar vidas y fomentar la prosperidad, convirtiéndose en una pareja ejemplar como padres, maestros y guías espirituales.